por The Ayurveda Experience febrero 02, 2017
Mi formación en Yoga Sensible al Trauma enfatizó que construir una relación basada en la autenticidad y la seguridad es fundamental. La recuperación solo se da en el contexto de una relación segura.
¿Cómo, entonces, ofrecemos empoderamiento y creamos conexión con aquellos que están en el camino de la recuperación del trauma?
Cuando saludo a alguien por primera vez, noto la sensación de su apretón de manos, la calidez de su sonrisa y la cadencia de su voz. Mi lado ayurvédico es consciente de la forma del rostro, la complexión, los movimientos ansiosos o la quietud serena. Siento la energía de la persona en mi presencia. Esto ocurre en cuestión de segundos y el proceso es bastante inconsciente y visceral. Tengo muy poco tiempo para asegurarle sin palabras que honro su presencia y que mi compasión es real, mi deseo de ayudar a alguien sincero.
Entiendo que mi nuevo conocido puede tener una experiencia muy diferente de nuestro encuentro; el trauma afecta profundamente la visión del mundo de una persona. Puede aumentar la ansiedad, puede sentir deseos de huir, y la hipervigilancia hará que observe mis expresiones y gestos para decidir si lo estoy juzgando o pareciendo falso. Se pregunta si soy una persona confiable. En esos segundos, discierne si se quedará o se irá, si confiará en mí o si me considerará otra persona que podría hacerle daño en el futuro.
El Ayurveda me enseña que cada persona es única y tiene una historia que solo le pertenece. Lo más importante que puedo hacer al conocer a alguien es escuchar con compasión; creo que escuchar es a menudo el punto de partida de la sanación. Esta escucha se da con los oídos y, sobre todo, con el corazón. Existe una comprensión intuitiva que me ayuda a comprender la historia detrás de la historia. Aquí es donde comienza la conexión auténtica.
Cuando trabajo con una persona ayurvédicamente, escucho una historia hablada. Cuando trabajo con alguien que ha experimentado un trauma, rara vez conozco los detalles de su historia. Mi trabajo consiste en decirles de diversas maneras: «Estás a salvo conmigo. Te permitiré venir a mí tal como eres, invitándote a probar una práctica que puede ayudarte a sanar».
Esto es a la vez simple y complejo, visceral y sutil. A veces establezco una relación y a veces comprendo que no es el momento adecuado, que no soy la persona indicada. Me atrae una y otra vez la enseñanza yóguica de aparigraha o el desapego. Debo afrontar cada nueva interacción con presencia y generosidad. Nunca puedo ser coercitivo ni asumir que tengo un profundo sentido de lo que es correcto para el otro.
En un sentido tangible, la seguridad se crea mediante el espacio que ocupamos. Soy consciente de algunas maneras en que una persona puede sentirse insegura: las ventanas abiertas que permiten que otros miren hacia adentro, los sonidos del entorno, que pueden incluir el tráfico o voces humanas, la temperatura del aire, el tamaño del espacio (lo suficientemente amplio como para que cada persona pueda moverse, pero sin que parezca una caverna), los colores y los objetos que se colocan en él.
La seguridad también se crea a través de mi presentación. El tono de mi voz, su cadencia y modulación, el contacto visual, la distancia que mantengo con la persona frente a mí y la ropa que uso influyen en cómo me ve y me entiende la otra persona. He aprendido que muchos factores pueden ser un detonante para las personas con las que trabajo. No puedo anticipar todas las posibilidades. Sin embargo, hago todo lo posible por crear un espacio acogedor. También invito a quienes trabajo a que me digan si hay maneras de adaptarme para que su ansiedad disminuya.
Sea cual sea la enseñanza que adopte, sea cual sea el lenguaje que elija, siempre vuelvo a la necesidad de arraigo, autoobservación inquisitiva y pocas distracciones. Al compartir Yoga Sensible al Trauma, fomento una experiencia del momento presente para mis clientes y para mí. Las palabras que utilizo para invitar a la persona a reflexionar continuamente sobre cómo experimenta su cuerpo, qué pueden estar haciendo sus músculos, dónde tiene sensación y dónde no, son formas de invitar a la presencia. Mi trabajo no es asegurar un resultado, sino ofrecer una experiencia segura en el aquí y ahora.
Me siento honrada de realizar el trabajo que hago, de haber llegado, en este momento de mi vida, a una nueva comprensión de lo que es una relación, cómo duele y cómo sana. El Ayurveda me abrió los ojos; mi trabajo con personas que han experimentado traumas me abre el corazón.
La fuente del amor reside en lo más profundo de nosotros y podemos ayudar a otros a alcanzar la felicidad. Una palabra, una acción, un pensamiento pueden aliviar el sufrimiento de otra persona y brindarle alegría. Thich Nhat Hanh
Namasté.
Imagen: Unsplash.com
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